En el ajedrez, un buen jugador no solo ve el movimiento actual, sino la secuencia de movimientos que lo llevarán a la victoria. En el ámbito legal, un caso complejo puede sentirse como una serie interminable de movimientos sin un plan claro. Sin embargo, ¿qué pasaría si aplicáramos al arte de la defensa legal los principios que transformaron la actuación teatral? Hablamos del Sistema Stanislavski, y en particular, de su enfoque en «Unidades» y «Objetivos» para desentrañar y dominar cualquier desafío, por intrincado que sea.
Constantín Stanislavski, el célebre director teatral, observó que una obra de teatro entera o un papel complejo eran como un «gran pavo» que no se puede despachar de un bocado. Para ser interpretados con verdad y profundidad, debían ser divididos en «grandes trozos», y luego estos en «más pequeños». Esta es la esencia de las «Unidades»: la segmentación de una obra (o, en nuestro caso, un caso legal) en partes manejables.
Las «Unidades» del Caso Legal: De lo Grande a lo Concreto
Para Stanislavski, el actor debe aprender a dividir su rol en «unidades sensibles» que puedan trabajarse por separado. Estas unidades no son meras divisiones arbitrarias, sino «episodios orgánicos principales» que, al extraer su contenido esencial, revelan la «estructura interior de la obra completa».
Imagina un caso legal complejo:
- La «obra» completa es el caso en sí: con todos sus hechos, pruebas, testigos y precedentes. Es un «gran todo».
- Las «grandes unidades» podrían ser las fases del litigio: la etapa de descubrimiento, las mociones pre-juicio, la selección del jurado, la declaración inicial, la presentación de pruebas, los argumentos finales, etc..
- Las «unidades medianas» y «pequeñas» se desprenden de estas grandes fases: Dentro de la presentación de pruebas, una unidad podría ser el testimonio de un testigo clave. Dentro de ese testimonio, una unidad más pequeña podría ser la refutación de una afirmación particular, o la introducción de una pieza de evidencia específica.
Al igual que en el teatro, el objetivo no es mantener estas divisiones fragmentadas, sino que, en el momento de la «verdadera creación» (es decir, la defensa del caso), todas las pequeñas unidades se fusionen en un todo coherente. Para ello, es crucial que se aborden «a fondo».
Los «Objetivos» de Cada Segmento: Dando Propósito a la Defensa
La división en unidades tiene un propósito fundamental: en el fondo de cada unidad yace un «objetivo creador». Estos objetivos son la «luz que les muestre el buen camino». Para Stanislavski, los objetivos deben ser:
- Activos y Verbos: Siempre deben indicarse con un verbo, no con un sustantivo. Esto les da «más ímpetu a la acción».
- Lógicos y Coherentes: Deben formar una «corriente lógica y coherente» dentro de la unidad y del caso general.
- Reales y Creíbles: Deben estar impulsados por «sentimientos interiores verdaderos» y una «sinceridad en las emociones» que parezcan ciertas dadas las circunstancias.
Aplicado a la estrategia legal, esto significa que para cada unidad o segmento del caso, el abogado debe definir un objetivo claro y activo:
- En la unidad del testimonio de un testigo hostil, el objetivo podría ser: «Desacreditar su versión de los hechos».
- Para una moción específica: «Establecer la inadmisibilidad de la prueba X».
- Durante el argumento inicial: «Captar la atención del jurado y sembrar la duda razonable».
- En la presentación de una pieza de evidencia: «Demostrar la conexión irrefutable con la inocencia del cliente».
Estos objetivos individuales, cuando se unen de manera lógica y convincente, alimentan un objetivo supremo: el «Super-Objetivo» del caso. Este es el propósito fundamental, la razón última de todo el litigio, como «luchar por la justicia» o «obtener la absolución». Este super-objetivo debe ser profundamente sentido por el abogado, no solo una idea intelectual, para que la actuación sea verdaderamente orgánica y persuasiva.
Beneficios para una Defensa Legal Sólida y Persuasiva
La aplicación de «Unidades» y «Objetivos» a un caso legal ofrece ventajas significativas:
- Claridad y Enfoque: Al descomponer el caso en partes y asignar un objetivo a cada una, el abogado puede comprender mejor la «esencia» de lo que se necesita hacer en cada momento. Esto evita la dispersión y permite una «concentración plena de toda la naturaleza espiritual y física».
- Coherencia Inquebrantable: Cada pequeña acción y argumento se subordina al objetivo de su unidad, y todas las unidades convergen hacia el super-objetivo del caso. Esto crea una «línea continua de acción» que guía la defensa de principio a fin, haciendo que la narrativa sea sólida y difícil de quebrar. Si se introduce un elemento que no se relaciona con el super-objetivo, este se destacará como «superfluo o equivocado».
- Persuasión Orgánica y Credibilidad: La técnica Stanislavski enfatiza que la actuación debe surgir de una «verdad interior» y de la «sinceridad en las emociones». Al creer genuinamente en el objetivo de cada unidad y en el super-objetivo del caso, el abogado transmite una autenticidad que trasciende las palabras. Esto no es «actuación mecánica» o «exhibicionismo», sino una profunda convicción que establece empatía y credibilidad con el jurado, el juez y el cliente. El propio Stanislavski afirmaba que «la existencia del acto de la limpieza de la sangre ayudó a lady Macbeth a ejecutar sus ambiciosos designios», ilustrando cómo incluso un pequeño acto físico, justificado internamente, puede tener un enorme significado.
- Manejo de la Complejidad: Un caso legal es a menudo «demasiado grande para manejarlo». Dividirlo en unidades y trabajar sus objetivos hace que lo abrumador se vuelva manejable. Es como el «canal delineado por grandes divisiones» que guía la creación y permite «evitar los lugares de poco calado y los escollos».
- Adaptación y Respuesta: La flexibilidad en la aplicación de los principios es clave. Si un objetivo no funciona, se puede reducir a «proporciones más y más pequeñas» hasta que se encuentre la verdad. Esto fomenta una «psicotécnica consciente» que permite al abogado ajustar su estrategia según la respuesta del entorno legal, manteniendo siempre la conexión con el propósito fundamental.
En definitiva, al descomponer un caso complejo en «unidades» con «objetivos» claros, y al alinear todos estos hacia un «super-objetivo» convincente y profundamente sentido, el abogado no solo organiza su defensa, sino que la infunde de una verdad y una coherencia que resonarán auténticamente. Esta «psicotécnica consciente», cultivada a través de un «trabajo sistemático y prolongado», permite al abogado conectar de manera orgánica con todas las partes involucradas, transformando una defensa en un relato persuasivo y creíble que busca la justicia con cada palabra y cada acción.