Evitando Clichés Legales: La Búsqueda de la Autenticidad en Cada Presentación Judicial

En el mundo del derecho, donde la precisión y la lógica son primordiales, a menudo se pasa por alto un elemento crucial para la persuasión: la autenticidad. Inspirados en la incansable lucha de Konstantín Stanislavski contra el «cliché» teatral, exploraremos cómo los abogados pueden trascender la jerga y los manierismos estereotipados para ofrecer argumentos genuinos que resuenen profundamente en la sala.

Stanislavski, el célebre actor, director y pedagogo teatral ruso, dedicó su vida a desentrañar los secretos de la actuación «verdadera». Sus «palabras favoritas» hacia sus alumnos eran «no te creo, no me convences», reflejando su profunda insatisfacción con la actuación artificial, mecánica e histriónica que predominaba en su época. Para él, el arte escénico de entonces se caracterizaba por:

  • Clichés y estereotipos: Fórmulas y recursos aprendidos de memoria y repetidos rutinariamente en todas las obras.
  • Falta de vivencia interna: La repetición mecánica de movimientos, entonaciones y expresiones sin una emoción o pensamiento genuino que los sustente. Los actores «no piensan ni sienten nada relacionado con su esencia».
  • Actuación «por el efecto»: Preocuparse más por la impresión que se causará en el público que por la autenticidad de los sentimientos o las acciones. Esto lleva a la «exhibición» y al «alarde».
  • Monotonía y falsedad: Un tempo o ritmo monótono, o la repetición constante de figuras fonéticas, resultan molestos y aburridos. La falsedad a media voz es desagradable, «pero si lo hace a gritos el resultado es mucho peor».
  • Uso de la voz sin propósito: Cadencias y figuras sonoras complicadas, estirar o gritar palabras «no para actuar y transmitir sus emociones, sino para mostrar la voz».

Stanislavski advirtió que los clichés son «convencionales, falsos, carecen de vida» y no transmiten «sentimientos, ideas, ni imagen alguna propia de los seres humanos». Son «el resultado de la impotencia artística», un «vacío en la producción artística». Lo peor es que «llenan cualquier espacio vacío de un papel, que está vacío por falta de sentimiento vital», y al final, «matan la fe en lo que se dice y en la misma vivencia».

La Búsqueda de la «Verdad Artística» en el Estrado

Frente a esta «teatralidad vulgar y falsa», Stanislavski propuso un «sistema» basado en la «vida del espíritu humano» y el «sentido de verdad». Para él, la «verdad» en el escenario no es lo que existe realmente, sino lo que «podría existir» y en lo que el artista «cree sinceramente». Esto implica:

  1. Vivir el papel: El actor debe «vivir la vida física y espiritual de la persona que representamos». No se trata de imitar pasiones o prototipos, sino de «vivirlos».
  2. Internalización profunda: Un abogado, como un actor, debe «internalizar los hechos y las ‘circunstancias dadas'» del caso de manera tan profunda que su naturaleza responda espontáneamente. Esto significa «pensar como el personaje», o en el caso del abogado, comprender la esencia del caso y la postura del cliente de forma integral.
  3. Propósito y justificación interna: Toda acción y cada palabra deben tener una justificación interior, ser lógicas, coherentes y reales. No solo decir lo que hay que decir, sino hacerlo con un propósito y una finalidad.
  4. «Al inconsciente a través del consciente»: La autenticidad no es solo inspiración caprichosa. Es el resultado de un trabajo consciente y sistemático que prepara el terreno para que la creación inconsciente y orgánica surja. Este «sistema» es una «forma de vida» que se asimila con la práctica.
  5. Contención y economía: La verdadera fuerza no reside en el volumen o el grito, sino en la entonación, las pausas y el contraste. «El sentimiento artístico debe gastarse no por kilogramos, sino por centigramos».
  6. Sentimientos reales: Un orador debe trabajar con «sentimientos o necesidades verdaderas, y no ficticias». Esto da «vida a la obra» y «credibilidad y realidad a los sucesos».
  7. Comunicación genuina: Implica una interacción espontánea, escuchar y absorber lo que dicen los demás, y transmitir visiones interiores, no solo el texto.

Aplicación al Abogado en el Estrado

¿Cómo puede un orador judicial aplicar estos principios para evitar los «clichés legales» y alcanzar una «verdad artística» en sus presentaciones?

  • Evitar la jerga como cliché: La terminología legal es necesaria, pero cuando se usa de forma automática, sin el peso del significado o la convicción, se convierte en mera «baratija teatral». Un abogado debe «descifrar, poner al descubierto el camino creador» detrás de cada concepto legal, para que sus palabras tengan «sonido y vida».
  • Más allá de la recitación: Un argumento legal no debe ser una «lectura monótona de hechos», sino una narrativa viva. El abogado no debe «vomitar» el guion, sino interiorizar el texto, los hechos y las emociones del caso hasta que «sus propias emociones sean afectadas por él».
  • Argumentos con alma: En lugar de presentar una serie de puntos abstractos, el abogado debe «poner vida en todas las circunstancias y acciones imaginadas». Esto significa conectar los hechos con sentimientos y vivencias, haciendo que el público (juez, jurado) «sienta su relación interna con lo que está diciendo».
  • El poder de la contención y la pausa: Como ya se mencionó en el tema del «tempo-ritmo», el uso estratégico de la velocidad y las pausas puede enfatizar puntos clave y controlar la atmósfera de la sala. Evitar el «atropellamiento» que mutila el subtexto y las experiencias.
  • El «abogado honesto»: Al igual que Stanislavski buscaba que el actor fuera un «hombre honesto» en el escenario, el abogado debe serlo en el estrado. Esto se logra manifestando las propias convicciones y sentimientos, y no «imitar pasiones ni prototipos». La sinceridad en las emociones hace que los sentimientos «parezcan verdaderos en circunstancias dadas».
  • La imaginación bien empleada: No se trata de «inventar» hechos, sino de utilizar la imaginación para «completar» las «circunstancias dadas» y construir una realidad creíble. Esto ayuda a «despertar la curiosidad» y «provocar emociones».
  • Preparación sistemática: La autenticidad no es casualidad. Requiere un «estudio consciente y detallado» de la obra (el caso), y un «entrenamiento reglado del intérprete», llevando al abogado a dominar su «oficio» y elevarlo a la categoría de arte.

Al aplicar los principios de Stanislavski, el orador judicial puede transformar una presentación mecánica en una experiencia viva y persuasiva. Se trata de ir más allá de la superficie, de las palabras vacías y los gestos prefabricados, para encontrar la verdad interna que da vida al argumento y le confiere un impacto duradero. La autenticidad, lejos de ser un adorno, es el cimiento sobre el cual se construye la verdadera comunicación y, en el estrado, el camino hacia la convicción.

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