El Abogado y su «Actitud Escénica General»: Proyectando Confianza y Competencia en el Tribunal

En el dinámico escenario judicial, la presencia de un abogado va más allá de la mera exposición de argumentos; se trata de una manifestación integral de confianza, competencia y credibilidad. Inspirados por las profundas enseñanzas de Konstantín Stanislavski y su concepto de la «actitud escénica general», exploramos cómo los profesionales del derecho pueden cultivar y proyectar una presencia imponente y genuina en el tribunal, combinando elementos internos y externos para lograr un impacto persuasivo.

¿Qué es la «Actitud Escénica General»? Una Mirada Stanislavskiana

Stanislavski, el influyente actor, director y pedagogo teatral, buscaba una actuación «verdadera», alejada de lo mecánico y artificial. Su objetivo era que el actor se encontrara en un «estado creador» óptimo, que permitiera la manifestación orgánica del personaje. Este estado culmina en lo que él denominó la «actitud escénica general», un concepto clave que abarca la integración total del ser del intérprete.

La «actitud escénica general» se describe como un estado psicofísico en escena, el cual, aunque en la vida real es algo natural y común, debe ser recreado artísticamente en el escenario mediante una técnica consciente o «psicotécnica». Es el resultado de la armoniosa cooperación de las tres fuerzas motrices de la vida psíquica del actor: el entendimiento, la voluntad y el sentimiento.

Esta actitud no es una mera fachada; es una fusión del alma del «Yo Actor» con el alma del «Yo Personaje», donde el cuerpo y el espíritu se entrelazan de manera indivisible. Permite al actor responder con facilidad a las exigencias del papel, del director y de la obra, y es esencial para transmitir la «vida del espíritu humano» del personaje al público. Stanislavski enfatizó que, sin una vivencia interna, no puede haber arte.

Elementos Clave para el Abogado: Cultivando la Presencia Auténtica

Para un abogado, cultivar una «actitud escénica general» en el tribunal implica dominar y fusionar tanto su mundo interior como su expresión exterior:

  1. Elementos Internos (El «Yo Actor» Espiritual)
  • Entendimiento y Análisis Profundo: Así como el actor debe entender «el sentido social, político y artístico del texto» o «el sentido que el dramaturgo le dio a la obra», el abogado debe sumergirse completamente en el caso. Esto implica no solo conocer los hechos y el derecho, sino también comprender las implicaciones emocionales y sociales de la situación, pensando como el «personaje» (cliente, oponente, juez). Este estudio debe ser «consciente y detallado».
  • Voluntad y Propósito: Cada palabra, cada gesto, debe tener una justificación interna y un objetivo claro. Stanislavski subraya que la actividad genuina es racional y productiva. El abogado debe desear sinceramente transmitir sus visiones y la esencia de su argumento, dirigiéndose a un «super-objetivo» (el resultado deseado en el caso).
  • Sentimiento y Sinceridad: Los «sentimientos que parecen verdaderos en circunstancias dadas» son cruciales. El abogado debe «vivir» la esencia del caso, sintiendo genuinamente la verdad de su posición para que sus palabras no sean vacías. Esto significa evitar la «actuación mecánica» que solo «muestra» sin sentir.
  • Fe y Sentido de la Verdad: La fe sincera en lo que se hace es fundamental. Un abogado debe creer en la verdad de su argumento y en la posibilidad de su éxito. Esta «sensación de verdad» es la barrera contra la «mentira escénica» y, en el contexto judicial, contra la falta de convicción.
  • Concentración y Atención: Es vital que el abogado se concentre plenamente en la tarea, sin distraerse por el entorno. La «atención concentrada» permite al abogado procesar el material y formular estrategias creativas.
  • Imaginación y Subtexto: La imaginación, lejos de ser una distracción, es una herramienta poderosa para «completar» las circunstancias dadas y construir una realidad creíble. El «subtexto» –la vida del espíritu humano no manifestada bajo las palabras– es lo que dota de justificación y existencia al discurso. Para un abogado, esto se traduce en la capacidad de proyectar una profundidad de pensamiento y una comprensión tácita que enriquecen su comunicación.
  1. Elementos Externos (La «Encarnación» Física)
  • Voz y Dicción: Una dicción clara, hermosa y vivaz es esencial para evitar que el público «tosa» (pierda el interés). La voz debe ser bien colocada, con fuerza y amplitud, capaz de transmitir desde sentimientos exaltados hasta un habla sencilla e íntima. Evitar «canturrear ciertas letras y sílabas» o «gritar» sin propósito, que solo «muestran la voz» sin transmitir emociones.
  • Plástica y Movimiento: El cuerpo es un instrumento de expresión. Los movimientos y gestos deben ser «nacidos en las profundidades del alma» y seguir una línea interna. La «contención y economía» son clave; la fuerza no reside en el despliegue físico desmedido, sino en la precisión y el impacto de movimientos justificados. Esto implica evitar gestos superfluos o «convulsiones» que denoten timidez o falta de técnica.
  • Tempo-ritmo: El ritmo del habla y de la acción influye directamente en los sentimientos. Un tempo-ritmo apropiado surge del interior si el actor «siente intuitiva y correctamente lo que dice». Controlar la velocidad, las pausas y el énfasis evita la monotonía y resalta los puntos clave.
  • Relajación Muscular: La tensión muscular es un obstáculo para la creación genuina. El abogado debe aprender a relajar los músculos para que sus acciones y expresiones sean naturales y sin impedimentos, permitiendo que la «naturaleza gobierne».
  • Caracterización Externa: La «caracterización externa explica, ilustra y de este modo transmite al público la concepción espiritual interior». Para el abogado, esto implica cuidar su aspecto, su postura y sus modales de forma que reflejen la seriedad y la autoridad de su rol, sin caer en clichés o imitaciones.

De la Teoría a la Práctica en el Tribunal

Stanislavski enfatizó que el sistema no es un «libro de cocina» que se aprende de memoria, sino una «forma de vida» que se asimila con años de trabajo y práctica. Para el abogado, esto significa:

  • Preparación Consciente y Sistemática: No confiar únicamente en la intuición. Se necesita un «estudio consciente y detallado» y un «entrenamiento reglado». Esto incluye ensayar la presentación, pero no de forma mecánica, sino buscando la vivencia y la justificación interna de cada elemento.
  • Evitar Clichés y Estereotipos: Stanislavski luchó contra la «teatralidad vulgar y falsa», los «clichés y estereotipos» que «carecen de vida» y «matan la fe». Un abogado debe evitar la jerga legal automatizada o los manierismos profesionales vacíos. La autenticidad surge de la «verdad artística», no de la imitación.
  • Fusión Interior y Exterior: La «actitud escénica general» une lo interno y lo externo. El abogado debe esforzarse por que su comprensión intelectual y sus sentimientos genuinos se traduzcan en una voz clara, una postura firme y gestos controlados. La expresión física debe ser una derivación natural de la vivencia interior.
  • Adaptación y Espontaneidad: Aunque se prepare meticulosamente, el abogado debe mantener la capacidad de improvisar y adaptarse a las circunstancias inesperadas del juicio. Esto solo es posible si la preparación ha sido tan profunda que la respuesta surge «espontáneamente del subconsciente».

En definitiva, la búsqueda de la «verdad artística» en el estrado, como la propuso Stanislavski para el actor, convierte al abogado en un comunicador más eficaz. Al proyectar una «actitud escénica general» bien desarrollada, el profesional del derecho no solo presenta un caso, sino que lo «vive» con una convicción que resuena en la mente y el corazón de quienes lo escuchan, forjando una confianza y competencia inquebrantables.

 

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